Decorar una casa de forma original y con arte de calidad ya no es un lujo. Comprar una lámina artística por 30 euros o una pintura de un artista novel por 100 euros está al alcance de cualquiera gracias a Internet. El comercio online ha puesto a disposición de coleccionistas las obras de artistas de talla mundial como Botero o Damien Herst, del mismo modo que talentos emergentes y miles de creadores anónimos venden obras a precios “low cost”.
“Hace unos diez años lo normal era que el coleccionista fuera a la galería y allí estableciese conexión con los galeristas para adquirir conocimiento, conocer a nuevos artistas o ir a determinadas ferias. Pero el coleccionista de hoy está más informado gracias a Internet y tiene menos contacto con la galería, lugar que siempre ha sido un foro de debate cultural”, reflexiona José María de Francisco Guinea, director de Estampa Feria de Arte Contemporáneo.
Tomar la decisión de comprar una obra artística sin haberla visto físicamente para apreciarla, tiene sus complicaciones: “La web no va a poder sustituir todo el contexto que rodea a la adquisición de una pieza. Es un consumo cultural, difícilmente medible y evaluable”, recalca De Francisco.
Sin embargo, ya son millones los internautas que confían en la pantalla de su dispositivo electrónico para adquirir una pieza, ya sea sin haberla visto previamente o después de haber pasado por una galería o una feria de arte. En 2016, la venta de arte online supuso 4.900 millones de dólares (un 9% del mercado global) según el informe ‘The Art Market 2017’, elaborado por la investigadora del mercado del arte, Clare McAndrew.
Lee el artículo completo en El País (Publicado el 10/05/2017 en Escaparate).
Juan Calleja 