Justo en la semana del Día Internacional de los Trabajadores y del Día Mundial de la Libertad de Prensa, leíamos que el periodismo es una de las profesiones intelectuales peor pagadas de España, con un salario medio de 20.000 euros brutos anuales, y que la situación laboral de los periodistas europeos y de otros países como Estados Unidos no es mucho mejor; en Europa han perdido su trabajo 12.353 periodistas desde que empezó la crisis, según las cifras publicadas por el Parlamento Europeo esta semana y, en EE UU, desde el año 2.000, las plantillas de las redacciones estadounidenses se han reducido en un total del 30%, según datos del ‘The State of the News Media 2013’.
Semanas antes a la publicación de esta información, saltaba a las portadas de todos los periódicos el acuerdo histórico alcanzado entre el gobierno francés y Google en el que se estipulaba el pago de 60 millones de euros por el gigante de Internet a la prensa francesa. La demanda de los editores de los medios generalistas franceses hacia la empresa con sede en Mountain View se basaba en que Google llevaba ejerciendo durante años una posición dominante en la difusión de sus noticias a través de Google News y como consecuencia final les restaba ingresos publicitarios. Pero, ¿y qué tienen en común estas dos noticias negativas tanto para el gremio periodístico como para el gigante americano?