A tan sólo tres cumbres de ser la primera mujer en la historia en ascender los catorce ochomiles del planeta, Edurne Pasabán mata el tiempo trabajando como consultora, conferenciante para empresas y, además, dirige un restaurante. “Soy una persona activa, si estoy parada me daría algo”, afirma rotundamente la alpinista licenciada en ingeniería industrial, que nunca supo que había nacido para la montaña: “No pensaba que iba a ser deportista profesional, pero cuando alcancé la cima del K2, me di cuenta de que podría dedicarme a ésto”. Fue en esa expedición cuando, según nos explica, “le vio las orejas al lobo”; Edurne alcanzó la cumbre, pero le costó la pérdida de dos dedos de los pies.
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