«Es un esfuerzo económico brutal, pero tenemos que actuar ya»: los padres que están llevando a sus hijos a colegios sin pantallas

Carlos, que prefiere no dar su nombre real, lleva a sus tres hijos al Colegio Madrid-Fundación Santa María, un centro cuyo modelo educativo preserva la filosofía de la Institución de Libre Enseñanza. El curso pasado ha sido el primero en este colegio privado, situado en una zona acomodada del distrito madrileño de Chamartín y donde prácticamente no se utilizan pantallas hasta la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Cambiaron a sus hijos de un concertado católico de la capital porque la mayor, cuando iba a pasar a cuarto de Primaria, estaba obligada a estudiar todas las materias en un tableta en sustitución de los libros de texto.

“Que un niño de diez años esté cinco o seis horas al día con una pantalla delante no es sano. Genera adicción”, dice este padre con convicción al otro lado del teléfono. “Ir al Colegio Madrid supone un esfuerzo económico brutal. Aunque trabajamos los dos, no contamos con una situación económica holgada”, confiesa.

“Pero tenemos que actuar ya. Es mejor tratar de evitar las adicciones en este momento. Los hijos crecen muy rápido y no podemos rectificar y enderezar la situación cuando tengan 15 años porque, a lo mejor, ya es demasiado tarde”, sostiene, subrayando que no es un “amish de la tecnología” ya que “convivimos con ella”.

Carlos explica que de los 600 o 700 euros que estarían pagando mensualmente en el antiguo concertado por sus tres hijos —incluyendo el comedor y la cuota de la Asociación de Madres y Padres y Alumnos (AMPA)—,  han pasado a pagar 1.700 euros sin dejarles a comer —la horquilla de cuotas mensuales en el Colegio Madrid varía según las etapas, de los 580 euros por niño en Infantil a los 876 euros en segundo de Bachillerato—.

Si los llevase a un colegio público, tan solo tendría que pagar el comedor escolar —en Madrid la tarifa es de 5,50 euros por alumno al día, por lo que estarían haciendo un desembolso de unos 300 euros al mes—, así como la cuota del AMPA —depende de cada centro, pero suele ser de entre 20 y 30 euros anuales por hijo— o por las actividades extraescolares u horas extra.

Cada vez son más los padres que, como Carlos, están preocupados por el uso de las pantallas en las aulas. Noticias como la que publicaba el diario El País el pasado mayo sobre los resultados del Informe PISA en la última década en España sostienen estas preocupaciones: las tres regiones en las que más se usa la tecnología en clase a diario —País Vasco, Navarra y Cataluña— son las que más han descendido en el informe. En 10 años, han caído 27 puntos en las dos primeras y 26 puntos en Cataluña.

Lee el reportaje completo en Xataka (15/08/2025)

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